En general, el
consumo de probióticos se considera seguro para el ser humano. No obstante, hay
que remarcar algunos grupos de la población a los que no se les recomienda
consumir este tipo de alimentos. A continuación comentaremos algunos de los
grupos que deben tener especial cuidado.
Uno de estos
grupos son los niños con menos de un año de edad, ya que durante esta etapa su
microbiota intestinal está formándose y no está completamente preparado como
para recibir este tipo de alimentación. No obstante, los bebés pueden beneficiarse
de los probióticos a través de la leche materna, debido a que la calidad ésta
está altamente ligada a la alimentación que tenga la madre.
Las personas que
tienen el sistema inmune debilitado también deben tener cuidado a la hora de
tomar probióticos, ya que el consumo de estos pueden causarles septicemia. Además, las personas que se han sometido
a un trasplante de órgano, como tienen su sistema inmune reprimido (para prevenir
el rechazo del nuevo órgano) tampoco es aconsejable que coman probióticos.
Tampoco deben tomarlos las personas con pancreatitis, ya que los probióticos pueden
actuar dañando las paredes intestinales y provocar isquemia intestinal.
Generalmente los
probióticos son considerados como agentes beneficiosos para los consumidores y
no originan síntomas desfavorables. En el caso que aparezcan efectos no
deseados, éstos suelen ser efectos secundarios temporales y no tan graves
(gases, hinchazón y malestar abdominal,...). Éstos suelen aparecer más en
personas muy jóvenes o de edad avanzada, o en personas con el sistema inmune
dañado/debilitado.
Ya hemos visto
que existen muchos tipos diferentes de probióticos, y que no todos son iguales ni
producen los mismos efectos en todas las personas de la misma manera. Es por
esto que el consumo de probióticos debe ser controlado, es decir, uno ha de
saber qué es lo que está consumiendo.
Gracias por visitar
y ¡hasta la próxima!


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